Por: Charles F. Stanley
DIOS
ES EL ÚNICO QUE TIENE LA PERSPECTIVA
DE NUESTRAS VIDAS. NOS LA REVELARÁ,
PERO DEBEMOS ACUDIR A ÉL Y PRESTAR
ATENCIÓN A
SU
VOZ PARA QUE NOS DIRIJA.
Cuando
ingresé a la universidad,........
Hace
unos meses, mientras conversaba con un joven, me di cuenta de que él estaba
usando una misma palabra una y otra vez. “Estoy luchando para entender por qué
razón me siento así”. Un poco después dijo: “Sé que la vida es una lucha, pero
estoy haciendo lo más que puedo”. Entonces lo detuve, y le dije: “No tienes que
vivir así”. Me miró sorprendido, porque había estado pensando en eso durante
tanto tiempo, que ni siquiera oyó el esfuerzo personal que revelaba en sus palabras.
Entonces le dije: “Dios tiene un plan para tu vida, y eso no incluye el que tengas
que estar luchando todo el tiempo. Él te ha dado una promesa: el poder que necesitas
puedes tenerlo por medio del Espíritu Santo. Tienes el poder para decirle no a
la frustración y a la ansiedad, y la capacidad para decirle sí a la alegría, a la esperanza y al amor”.
LA NECESIDAD DE UN SALVADOR
Muchos
creen erróneamente que pueden experimentar las bendiciones de Dios sin consagrar
totalmente sus vidas a Él, pero eso no es verdad. Asistir a la iglesia
solamente no nos asegura tener el poder de Cristo en nosotros, ni tampoco da la
sensación de paz y de gozo que la mayoría de las personas anhelan tener.
Esforzarse por ser una buena persona no conduce a la salvación, y una oración
apresurada antes de irnos a la cama no puede tomar el lugar de una relación
personal con el Dios del universo. Lo que todos nosotros necesitamos es un
Salvador.
El primer paso para vivir en el poder del Espíritu Santo, es rendir
la vida a Jesucristo, la única persona que nos conoce de manera absoluta y nos
ama incondicionalmente. Si usted nunca le ha pedido a Él que perdone sus
pecados y derrame Su infinito amor en su vida, puede hacerlo en este mismo
momento. La entrega no es una señal de debilidad. En realidad, lo que hace es
posicionarnos para ser usados por Dios de una manera grandiosa. Él no solamente
nos salva y nos da vida eterna, sino que envía también Su Santo Espíritu a
morar en nosotros. El papel del Espíritu es enseñarnos, guiarnos e investirnos
de poder para poder vivir la vida cristiana. Esto es el cumplimiento de la
promesa personal que Dios le hace a usted. Vivir en el poder del Espíritu Santo
no es algo que uno puede lograr por esfuerzo propio. Es un regalo y un
privilegio que recibimos desde el momento que rendimos nuestra vida a Dios.
Jesús lo dijo muy claro: sin el Espíritu Santo no podemos hacer nada (Jn.
15.5). Si usted no está viviendo para Él, está viviendo para usted mismo, y lo más probable
es que esté batallando con sus propias fuerzas.
El segundo paso tiene que ver
con darse cuenta del infinito poder que es nuestro como resultado de la maravillosa promesa de Dios.
Jesús dijo a Sus discípulos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. El Consolador que
Dios envió fue Su Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, nuestro
vínculo eterno con el Salvador. Es el que ilumina nuestra mente con la verdad,
y el que nos da el poder para hacer frente a las tentaciones del Enemigo.
Cuando
estamos preocupados, el Espíritu de Dios nos da la sabiduría que necesitamos
para tomar decisiones correctas, entre ellas el decirle no a Satanás y a cualquier
motivación egoísta. Nuestro Consolador nos conforta cuando nos sentimos solos,
se regocija con nosotros cuando estamos viviendo en la luz de las bendiciones de
Dios, y nos da el poder para hacer todo lo que el Padre nos pide que hagamos
(Ef. 2:10). Él siempre está con nosotros. Nunca estamos solos, separados de
Dios u olvidados. Podemos apagar Su Espíritu por el pecado y la desobediencia, pero
nada de lo que hagamos podrá jamás hacer que Él deje de amarnos. El ministerio
del Espíritu Santo es hacer la obra del Salvador en el mundo. ¿Quién lleva a
los incrédulos al Señor? El Espíritu Santo.
¿Quién revela la verdad de Dios y da poder a Sus hijos para promover Su reino?
Su Espíritu. ¿Quién protege, consuela y alienta a los cristianos para que sigan
adelante, a pesar de las dificultades? El Espíritu de Dios, el que ha estado
con Él desde el comienzo y que estará con Él para siempre (Gn. 1:2; He. 9:14).
¿Por qué querría usted conformarse con
vivir la vida cristiana con sus limitadas fuerzas, si puede disfrutar de los
recursos infinitos del Señor por medio de Su Espíritu? Jesús sabía que Sus
discípulos se sentirían abandonados después de Su crucifixión, pero también que
vendría el Consolador, para dar paz a sus corazones. Lo mismo sucede hoy. No
tenemos que tener una existencia llena de luchas, porque Dios está con
nosotros. Lo único que tenemos que hacer es aceptarle, rendirnos a Él y pedirle
que nos enseñe Sus caminos. Si usted vive en sintonía con el Señor, sabrá lo
que es correcto, aun antes de tener la oportunidad de considerarlo en su mente.
El Espíritu nos enseña a distinguir entre lo bueno y lo malo; por tanto, en situaciones
en las que su fe pudiera correr peligro, sabrá cómo decir no. Al hacerlo, ganará
confianza y tendrá conciencia del poder y del potencial que hay en su vida.
El tercer
paso es entender que es el mismo Dios quien le ha dado a usted el poder de
hacer Su voluntad. Cuando Jesús estuvo en la tierra, sus discípulos tuvieron
acceso al conocimiento y a la dirección que necesitaban en cada situación. Su
muerte cambió esto, pero sólo de manera temporal. En Lucas 24, leemos que Jesús
“les abrió el entendimiento, para que comprendiesen
las Escrituras”, diciéndoles: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre
vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto” (vv. 45, 49). El Señor estaba hablando del
poder del Espíritu Santo, del mismísimo poder de Dios, que es mayor que todo lo
que este mundo puede producir. Cuando confiamos en Cristo como Salvador,
recibimos todo lo que necesitamos para vivir la vida cristiana. Pero cada uno
de nosotros tiene que aprender cómo aplicar la verdad divina a sus propios
pensamientos y acciones. Si lo hacemos, Él nos enseñará cómo vivir
victoriosamente cada día, con poder, esperanza, misericordia y amor infinito.
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