VERSICULO DE HOY

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. Isaías 41:10

miércoles, 27 de junio de 2012

LA QUEJA DE UN HOMBRE DE DIOS

No hace mucho volví a leer y reflexionar en el libro de Job y no dejo de sorprenderme de su contenido. El comienzo y el final es lo que mas fácilmente puede entenderse porque es donde se nos abre el escenario para poder situar los sucesos. Sin embargo, el grueso del contenido del libro está en su parte central, desde el capítulo tres hasta prácticamente el último.
Pues bien, me sorprende la valentía de Dios para permitir los argumentos de Job en medio de experiencias dramáticas, y que hayan quedado recogidas en uno de los libros inspirados del Canon.
También me sorprende la osadía de Job para poner en voz alta el sentir de su corazón, las contradicciones que vive y lo incomprensible de su situación. Debo decir que agradezco el contenido en todos sus aspectos, a pesar de las dificultades para comprender correctamente las tesis que se presentan.
Job llega a ver a Dios como su enemigo, el causante de todos sus males. Se pregunta si sirve para algo guardar la integridad en medio de un mundo injusto y si ha valido la pena haber vivido en rectitud para llegar a una situación de quiebra total. Job maldijo el día que nació.
Anteriormente había soportado con dignidad las noticias traumáticas de la pérdida de todos sus bienes, de sus hijos y terminar siendo él mismo una llaga viviente, rota su salud física y emocional. Sí, aguantó todo lo que pudo, pero cuando la situación se estabilizó en un punto muerto, comenzó a quebrarse su estabilidad y rompió en quejas.
El dolor lento y continuado le llevaron a expresar sus lamentos en voz alta. A partir de ese momento surgen las contradicciones en sus argumentos. Entra en debate con sus "amigos" que le presentaban respuestas estereotipadas y superficiales al estado en que se encontraba.
Todo ello me recuerda el paralelismo que existe con nuestras experiencias como creyentes, en el ámbito personal y también como iglesia. Por ello me alegro que contemos con un libro como el de Job en las Escrituras. Me alegra que Dios nos permita, a pesar de nuestras contradicciones, argumentar delante de Él lo inexplicable de muchas experiencias que vivimos como hijos suyos.
Claro que hay que tener la panorámica global de los acontecimientos de este libro y poder así comprender mejor las vivencias de Job; teniendo en cuenta que al vivir las nuestras no contamos con la totalidad del suceso hasta que éste termina. Por eso nos ayuda a tener esperanza lo que otros santos vivieron y poder así encontrar consolación en las Escrituras.
"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza" (Romanos, 15:4).
La amargura, la queja, la angustia y la incomprensión pueden llegar a ser muy reales en nuestro caminar cristiano, sin embargo, podemos superarlo con dignidad.
POR:  Virgilio Zaballos
http://www.dci.org.uk/espanol/virgilioset.htm

lunes, 25 de junio de 2012

CÓMO PUEDO SUPERAR UN MAL HÁBITO?



Una mala costumbre es usualmente conectada con creencias y actitudes erróneas. No debemos querer cambiar nuestras costumbres solamente porque son vergonzosos, caros, insalubres, o porque nos hacen sentir culpables – sino debemos desear el más grande propósito de Dios para que estemos satisfechos. Hasta que tratemos con las creencias erróneas que debilitan nuestra resistencia a la mala costumbre, solamente tendremos éxito limitado en superarlo. 
El cristiano debe ver que las malas costumbres son últimamente problemas espirituales. No debemos dudar a llamarles pecados. Y debemos hacer que los medios de la santificación descrita en las Escrituras (especialmente en la Palabra de Dios y la oración) sean esenciales para superar malas costumbres. 
Somos responsables por nuestro propio pecado – incluyendo aquellos pecados que tan fácilmente nos acosan. El hecho que hacemos algo malo habitualmente no nos excusa de nuestra responsabilidad. Al contrario, podría empeorar el pecado. Entonces debemos tomar responsabilidad personal por nuestros propios hábitos y no evitar de llamarlos pecado.
Hábitos pecaminosos no son problemas insuperables para el cristiano. Después de todo, el Espíritu Santo mora en nosotros y está obrando a conformarnos más a la imagen de Cristo. ¿Y si Él es con nosotros, quien contra nosotros? (Romanos 8:31) Además, Gálatas 5:16 dice que si andamos “en el Espíritu,… no satisfagáis el deseo de la carne”. Y 1 Corintios 10:13 es una promesa que Dios no nos permitirá ser tentados más de nuestra habilidad. Si usamos los recursos que Dios nos a provisto por medio de Su Espíritu y Su Palabra, podremos atacar cualquier hábito sabiendo que podemos ser victoriosos. 
Permítame darle algunas sugerencias prácticas para superar las malas costumbres, los malos hábitos. Espero que le ayuden.
Primeramente, acuérdese que el pecado comienza en la mente. Santiago 1:14-15 compara a una persona cayendo en pecado a un pez o animal que es capturado con cebo. Ve el cebo, lo desea, y es atrapado en el proceso de arrebatarlo. Asimismo, son los pecados que nos atrapan en la mente.
La persona que roba primero piensa en lo que él quiere. Después piensa en un plan para poder tenerlo. Luego que haya conspirado en su mente, se lo lleva. Hubiera podido parar el pecado en su mente antes que se convirtiera en una acción completa. Es por eso que la Escritura nos manda que renovemos nuestra mentes (Romanos 12:2), a pensar en cosas buenas (Filipenses 4:8), y a meditar en la Palabra (Salmo 1:2). 
Derrotar un hábito también requiere un cambio de vida. No debemos hacer provisión para nuestra carne (Romanos 13:14). La persona que quiere dejar de fumar debe tirar todos sus cigarrillos y no comprarlos; la persona luchando con pecado sexual debe deshacerse de todo material sugestivo que posee. Evite la compañía de aquellos que tienen el mismo problema (1 Corintios 15:33), y evite los lugares y circunstancias que le tentarían. 
Por último, no trate de batallar con el hábito solo. Desarrolle relaciones con cristianos más maduros quienes le animen y le apoyen (Gálatas 6:2). Pase tiempo en oración con ellos. Pídales que le estén preguntando como está regularmente, y sea honesto cuando falle (Santiago 5:16).
El cambio bíblico no es solamente voltear contra el pecado; es mirar hacia la justicia. La persona que miente debe hablar la verdad (Efesios 4:25). El que roba debe dejar de robar, debe trabajar y dar a otros (versículo 28); y el que habla palabras que no edifican, debe decir palabras que animan a otros (v. 29). No solo deje de pecar – empiece a hacer lo que es correcto. Las buenas costumbres que construirá reemplazaran las costumbres pecaminosas.

POR:  http://www.gracia.org/recursos.aspx?p=a&article=464

NUESTRA RESPONSABILIDAD Y DEPENDENCIA EN LA SANTIFICACIÓN


Aunque el poder para tener un carácter santo viene de Cristo, la responsabilidad de desarrollar y exhibir ese carácter es nuestra. Este principio parece ser uno de los más difíciles de entender y aplicar. Un día sentimos nuestra responsabilidad personal y tratamos de vivir una vida santa en la fortaleza de nuestra propia fuerza de voluntad. El próximo día, dándonos cuenta de la futilidad de confiar en nosotros mismos, lo entregamos todo a Cristo y renunciamos a nuestra responsabilidad que está fijada en la Escritura. Necesitamos aprender que la Biblia enseña total responsabilidad y total dependencia en todos los aspectos de la vida cristiana.
— Jerry Bridges