«Tal vez algunos de nosotros actualmente estemos huyendo.»
Esa sola frase de Un
Mensaje a la Conciencia reciente salto a la vista, capto mi atención y me hizo
pensar.
Me pregunto cuantas personas, ahora mismo,
estarán huyendo de
algo, y ni cuenta se dan.
Y entonces caí en cuenta. Yo soy una de esas personas.
Con el trabajo nuevo que había emprendido aquí en la
Asociacion Hermano Pablo y una hija que había estado enferma durante varios
meses, me di cuenta que había estado descuidando algunos temores no resueltos,
usando la televisión como escape. Y aunque los programas que estaba viendo no
eran malos de por sí, usarlos para huir sí lo era.
Jonás fue una persona
que huyó de Dios. Habiendo recibido una orden de parte de Dios de ir a una ciudad rebelde llamada Nínive a
decirles que se arrepintieran, Jonás decidió
que eso era algo que preferiría no hacer. Así que huyó, directamente al vientre
de una ballena (Jonás 1-2).
Sin embargo, lo lamentable de huir es que impide nuestra
intimidad con Dios. Jonás no podía huir de su misión sin huir de Dios
mismo. Ese es un principio importantísimo que aún es válido para nosotros en la actualidad. Además, cuando huimos, no podemos cumplir las tareas
que Dios nos llama a hacer y por consiguiente, otros pagan un precio también.
Tal vez algunos de ustedes también hayan estado huyendo, y
ni siquiera se han dado cuenta. Quizás haya una vieja herida que no han estado
dispuestos a encarar, una confesión que necesitan hacer, un rasgo de carácter que
Dios quiere pulir, o una relación que necesita arreglarse. Y se encuentran
huyendo por el sendero de la televisión, o de las ocupaciones, bebiendo o
incluso sintiendo lastima de sí mismos.
Jesucristo nos dice en Juan 8:31-32 que si vivimos conforme
a su palabra,
Conoceremos la verdad; y es la verdad lo que nos hace
libres.
Si somos sinceros con nosotros mismos, le pedimos a Dios que
nos revele la verdad acerca de aquello de lo que posiblemente estamos huyendo,
luego seguimos las enseñanzas de
Jesucristo de confesar esa verdad a otros, sentiremos una libertad que nunca
antes habíamos conocido.
¿Están algunos de ustedes huyendo de algo? Si es así, ¿me
permite animarle a que se quite los tenis y que se esté quieto lo suficiente
para darse cuenta de lo que es? O mejor
aún, corra directamente a los brazos del gran Sanador, quien desea más que nada
que usted camine en la plenitud de la libertad que le ha provisto.
Por:
SherriBennett@conciencia.net