VERSICULO DE HOY

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. Isaías 41:10

domingo, 25 de marzo de 2012

ESTAMOS HUYENDO


«Tal vez algunos de nosotros actualmente estemos huyendo.»
 
Esa  sola frase de Un Mensaje a la Conciencia reciente salto a la vista, capto mi atención y me hizo pensar.
Me pregunto cuantas personas, ahora mismo,
 estarán huyendo de algo, y ni cuenta se dan.

Y entonces caí en cuenta. Yo soy una de esas personas.
Con el trabajo nuevo que había emprendido aquí en la Asociacion Hermano Pablo y una hija que había estado enferma durante varios meses, me di cuenta que había estado descuidando algunos temores no resueltos, usando la televisión como escape. Y aunque los programas que estaba viendo no eran malos de por sí, usarlos para huir sí lo era.

Jonás  fue una persona que huyó de Dios. Habiendo recibido una orden de parte de Dios  de ir a una ciudad rebelde llamada Nínive a decirles que  se arrepintieran, Jonás decidió que eso era algo que preferiría no hacer. Así que huyó, directamente al vientre de una ballena (Jonás 1-2).

Sin embargo, lo lamentable de huir es que impide nuestra intimidad con Dios. Jonás no podía huir de su misión sin huir de Dios mismo. Ese es un principio importantísimo que aún es válido  para nosotros en la actualidad. Además,  cuando huimos, no podemos cumplir las tareas que Dios nos llama a hacer y por consiguiente, otros pagan un precio también.

Tal vez algunos de ustedes también hayan estado huyendo, y ni siquiera se han dado cuenta. Quizás haya una vieja herida que no han estado dispuestos a encarar, una confesión que necesitan hacer, un rasgo de carácter que Dios quiere pulir, o una relación que necesita arreglarse. Y se encuentran huyendo por el sendero de la televisión, o de las ocupaciones, bebiendo o incluso sintiendo lastima de sí mismos.

Jesucristo nos dice en Juan 8:31-32 que si vivimos conforme a su palabra,
Conoceremos la verdad; y es la verdad lo que nos hace libres.

Si somos sinceros con nosotros mismos, le pedimos a Dios que nos revele la verdad acerca de aquello de lo que posiblemente estamos huyendo, luego seguimos las enseñanzas    de Jesucristo de confesar esa verdad a otros, sentiremos una libertad que nunca antes habíamos conocido.

¿Están algunos de ustedes huyendo de algo? Si es así, ¿me permite animarle a que se quite los tenis y que se esté quieto lo suficiente para darse cuenta de lo que es?  O mejor aún, corra directamente a los brazos del gran Sanador, quien desea más que nada que usted camine en la plenitud de la libertad que le ha provisto.

Por: SherriBennett@conciencia.net