VERSICULO DE HOY

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. Isaías 41:10

sábado, 17 de marzo de 2012

PADRES HERIDOS, HIJOS HERIDOS

 Dios de Israel, tú, con tu extraordinario poder, has creado el cielo y la tierra. ¡No hay nada que tú no puedas hacer! 18 Demuestras tu gran amor a miles de personas, pero también castigas a los hijos por el pecado de sus padres. ¡Tú eres grande y poderoso! ¡Por eso te llaman Dios del universo! 19 Tus planes son maravillosos, pero aún más maravilloso es todo lo que haces. Tú estás al tanto de todo lo que hacemos, y a cada uno nos das lo que merecen nuestras acciones Jeremías 32.17-19                        


Con frecuencia, cuando lidiamos con personas difíciles, es fácil formarse juicios acerca de ellas por sus acciones. Pero ¿alguna vez se ha detenido usted a pensar qué ha hecho antipática o necia a esa persona?
Cuando la Biblia dice que Dios "castiga la maldad de los padres en sus hijos" (v. 18), está hablando de ciclos generacionales de pecado. A menos que alguien del linaje de la familia tome la decisión deliberada de cambiar, la conducta pecaminosa y disfuncional se transmitirá de padres a hijos durante muchas generaciones.

Esto es, en realidad, solo una confirmación del principio de la siembra y la cosecha. Transmitimos los patrones de conducta y los rasgos de carácter que recibimos de nuestros padres. Si no estamos dispuestos a cambiar nuestras costumbres y actitudes pecaminosas, es muy probable que ellas se reflejen en las vidas de nuestros hijos.
Lo que es cierto para el pecado, lo es también para las heridas. Cuando un niño es herido emocionalmente, su conducta y su carácter pueden verse afectados negativamente. Con esto en mente, piense en una persona difícil que usted conoce. ¿Qué heridas cree usted que moldearon su vida? Un corazón compasivo tiene su origen en la disposición de identificarse con los sentimientos de quienes han sido heridos. Esto no excusa el pecado de alguien, pero sí nos ensancha el corazón hacia esa persona.

¿Y usted? ¿Han contribuido las heridas de su infancia a ser lo que es hoy? Si usted no se ha ocupado de ellas, es probable que transmita esas mismas heridas a sus hijos. Pero, con la ayuda de Dios, puede romper este ciclo y comenzar uno nuevo para beneficio de las futuras generaciones.

 Por: Ministerios en Contacto

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