Perseverar en Cristo
La perseverancia nunca es automática
No se sigue a Cristo por arte de
magia. Es necesario que repitamos
acciones que desarrollen hábitos y
disciplinas de vida.
Perseverar en Cristo no sucede
sin más, lo mismo que no sucede sin más
el correr una maratón, escalar una montaña o tener un buen matrimonio.
La perseverancia requiere un buen
plan, con pasos claros y tangibles. El agricultor labra la tierra. Las malas
hierbas tienen que ser eliminadas. Él no se limita a decir “Señor por favor
elimina las malas hierbas”. Más bien
ora: “Señor, dame fuerzas para eliminar hoy estas malas hierbas”.
El atleta no dice:”Señor, sal ahí
y gana esa carrera ”. Dice: “Dios dame la capacidad para correr mucho y hacer todo lo posible para ganar si es tu
deseo”.
La clave de la espiritualidad es
desarrollar pequeños hábitos, como la lectura de la Biblia, memorizar pasajes y
orar. Poniendo un pie delante de
otro día tras día, nos convertimos en la
clase de personas que maduran y perseveran en lugar de marchitarse y morir.
Dentro de diez años , ¿le
gustaría mirar atrás y comprobar que ha tomado constantemente decisiones
correctas en cuanto a su alimentación y ejercicio regular? Seguro que sí. Pero
hay una gran brecha entre deseos y realidad. El puente sobre esa brecha es el
autocontrol, un fruto del Espíritu Santo “Más
el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5: 22-23”. La clave para el
autocontrol es la disciplina, que produce un historial a largo plazo de pequeñas opciones en las que nos rendimos
ante el Espíritu de Dios, lo cual trae como resultado nuevos hábitos de vida. El control del Espíritu y el autocontrol se relaciona entre si en las Escrituras,
porque un autocontrol piadoso es rendirse uno mismo ante el Espíritu de Dios.
La mayoría de nosotros sabe la
diferencia que hay entre comer queso fresco y buñuelos de