por John Piper | Escritura: I Pedro 5:5-7 | Tópico: Orgullo y Humildad
I Pedro 5:5-7
Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a
los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS
RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. Humillaos, pues, bajo
la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo, echando
toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros.
La humildad no es un rasgo humano muy popular en el
mundo moderno. No es recomendada en los programas de entrevista ni celebrada en
discursos ni elogiada en los seminarios de diversidad ni nombrada con los
valores esenciales. Y si tu vas a la sección enorme de autoayuda de las
librerías B. Dalton o Barnes and Noble, no econtrarás libros sobre la humildad.
La razón esencial para eso no es difícil de
encontrar: la humildad sólo puede sobrevivir en la presencia de Dios. Cuando se
va Dios, así se va la humildad. De hecho, podríamos decir que la humildad sigue
Dios como una sombra. Podemos esperar encontrar la humildad aplaudido en
nuestra sociedad con tanta frecuencia como encontramos a Dios siendo
aplaudido—casi nunca.
En la edición del (doce) de septiembre del
periódico Star Tribune, había un editorial que captiva el ambiente que
asfixia la humildad:
Hay
algunos que se agarran ingenuamente a la memoria nostálgica de Dios. El persona
típica que va a la iglesia lleva una pocas horas cada semana para experimentar
lo sagrado. . . Pero el resto del tiempo, es sumergido en una sociedad que ya
no reconoce a Dios como una fuerza omnisciente y omnipotente a ser amada y
alabada. . . Hoy día somos demasiado sofisticados para Dios. Podemos valer por
nosotros mísmos; estamos preparados y listos para escoger y definir nuestra
propia existencia.
En este ambiente la humildad no puede sobrevivir.
Desaparece con Dios. Cuando se abandona a Dios, un "sub-dios" es
sustuido, a saber, el hombre. Y eso por definición es el opuesto de la
humildad, a saber, el orgullo.
Así el ambiente que respiramos es hostil a la
humildad. Y este texto es totalmente extraño y totalmente necesario a nuestra
época. Si lo que es escribido acá no arraigue en nuestras vidas, no seremos una
iglesia cristiana; y no seremos sal y luz para un mundo pereciendo.
La Humildad es Esencial para la
Vida Cristiana
